Casas Sin Norte

«La medicina convencional va integrando poco a poco las geopatías»

Arquitectos, médicos y radiestesistas analizan cómo la vivienda puede condicionar la salud.

Se levantaba cansado. Dormía mal y tenía pesadillas. Pasó un mes de vacaciones en otra casa y durmió de un tirón. Estaba más relajado, más vital e incluso sus pesadas digestiones se aligeraron. Cada vez son más los estudios y los profesionales que relacionan la salud de las personas con el entorno donde pasan más horas, su casa.
En otros países, como Alemania, hace cuarenta años que se imparten estudios sobre bioconstrucción (biohabitabilidad) que profundizan en cómo los factores artificiales (ya sean contaminación eléctrica o electromagnética) o los factores naturales (alteraciones telúricas o geofísicas) pueden incidir en la aparición de migrañas, fatiga crónica, fibromialgia, en la hipersensibilidad química múltiple y en otras enfermedades. «Nuestra salud física y mental no sólo depende de lo que comemos, la higiene personal o la calidad del aire, las evidencias demuestran con qué facilidad mejoran trastornos o desaparecen dolencias padecidas durante años con soluciones tan sencillas como cambiar la cama de sitio, mudarse de habitación o desconectar los aparatos eléctricos cercanos a la cama», mantiene Mariano Bueno, experto en geobiología, bioconstrucción y agricultura ecológica y autor del libro La casa sana (1988), que se ha convertido en un referente de este ámbito en España. El Institut Tecnològic de Lleida (ITL) y la Escola Politècnica Superior de la Universitat de Lleida (UdL) han importado por primera vez a España el máster de Bioconstrucción del Insitut für Baubiologie Oekologie Neubeuern (IBN), una institución alemana de referencia mundial. Se trata de un máster de dos años sobre bioconstrucción en el que se han matriculado treinta alumnos de toda España, la mayoría arquitectos y arquitectos técnicos, pero también médicos, personal del ámbito sanitario y homeópatas. «No se trata sólo de algo ecológico y sostenible, cada vez hay más personas con problemas por una falta de salud en su casa, que no deja de ser una tercera piel para las personas; ya hay mucha gente que no se construye una casa si antes no ha hecho un estudio en profundidad del terreno y aboga por una construcción sostenible y coherente, con unos materiales y unas instalaciones adecuadas», mantiene Andreu Muñoz, director general de la Fundació ITL.

No es la primera vez que la materia entra en las aulas universitarias españolas. La Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) fue pionera entre 1997 y 1999 al impartir el primer programa de posgrado: Geobiología y Salud del Hábitat. Coordinado por Carlos Requejo (arquitecto interiorista y domoterapeuta), por este posgrado pasaron medio centenar de arquitectos, ingenieros y médicos, que aprendieron el riesgo de los factores ambientales y cómo identificar y prevenir las patologías que de ellas se derivan, incluso aprendieron a manejar las varillas (arte del zahorí).

«De la Baubiologie surgieron diferentes profesionales, unos se centraron en la bioconstrucción y otros en la geobiología», explica Requejo. La geobiología, que explora las interacciones entre los seres vivos y el entorno geológico, recoge conocimientos ancestrales y de la sabiduría tradicional – de zahoríes (Radiestesistas), – para estudiar las energías que emanan de la tierra como las corrientes de agua subterránea o la redes de Hartman y Curry, que no pueden medirse científicamente, (el Ministerio de Fomento en España tiene realizados estudios sobre el geomagnetismo en la península) aunque sí son visibles sus consecuencias biológicas: «Si se siembran germinados de alfalfa en un terreno, se dibuja la red de Hartman». En España se empezó a hablar de geobiología en 1983, en un artículo de la revista Integral de la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA).

Seis años más tarde, en 1997, Requejo acuñó el término domobiótica para definir los problemas del hábitat (domopatías). Él diferencia tres tipos de domopatías: las geopatías (tienen que ver con el subsuelo y la geología), meteoropatías (clima y calidad del aire, por ejemplo) y tecnopatías (incluye todos los problemas ambientales artificiales como la mala arquitectura, químicos tóxicos, iluminación, campos electromagnéticos o radiactividad generada por los materiales o instalaciones nocivas).

«Cada vez vemos más enfermedades asociadas a los factores ambientales y en los lugares donde estamos más horas, normalmente nuestra casa, desde corrientes de agua o aire hasta las ondas electromagnéticas… Hay una carga tóxica que va en aumento y que afecta más según la predisposición personal de cada persona pero que hay que considerar», mantiene el doctor Joaquim Fernández-Solà, de la unidad de medicina interna del hospital Clínic de Barcelona. En este centro se abrió hace cuatro años años una consulta de medicina medioambiental donde tratan a pacientes sobre todo con hipersensibilidad química, fibromialgia o fatiga crónica. «La medicina convencional va integrando poco a poco las geopatías (entendidas como enfermedades con implicación ambiental) a base de evidencias y cada vez con más estudios».

Según estos especialistas, la contaminación ambiental se está manifestando como una epidemia creciente. Los estudios realizados por el doctor Fernández-Solà (que pronto los publicará en un libro) revelan que entre el 4% y el 15% de la población padece hipersensibilidad ambiental múltiple, pero hay otras patologías emergentes relacionadas con la salud ambiental como la fatiga crónica, la fibromialgia o el asma y las alergias. El progresivo conocimiento sobre los factores ambientales y su repercusión sobre la salud ha propiciado un nuevo abanico de profesiones, como la de auditor microambiental, internista medioambiental, baubiólogo, electrobiólogo, bioelectricista, domoterapeuta o radiestesista. «Lo importante es llevar a cabo estudios multidisciplinares y con el máximo rigor científico», insiste Requejo. En esta línea se está avanzando con iniciativas como el máster de IBN y con los cursos que cada vez más se ofrecen en universidades españolas.

Dentro de la vivienda, la zona más sensible es el dormitorio. El feng shui tradicional destaca la importancia de dormir con la cabeza orientada al norte magnético y más allá de eso los radiestesistas o domoterapeutas inciden en la importancia de establecer en esta habitación criterios de zona blanca (polución cero), para garantizar el mejor descanso posible y con ello la mejor manera de mantener las defensas. Respondiendo a la demanda de los afectados, el grupo de expertos de Domosalud y la Asociación Española de Bioconstrucción estudian una normativa para determinar qué criterios deben definir una zona blancayproponerque la Administración los reconozca para que puedan aplicarse en centros médicos y otros espacios sensibles como guarderías, escuelas o asilos.

Francia crea un espacio sin polución, los afectados de hipersensibilidad ambiental múltiple (en Francia se estima que afecta ya al 14% de la población, aunque sólo el 3% lo manifiesta y algunos estudios estiman que en el 2017 pueda afectar al 50% de los ciudadanos) necesitan un entorno sin polución para poder vivir. En Francia se ha creado, en la región Ródano-Alpes, el primer «ecovillage zone blanche-zone santé», un refugio destinado a la recuperación de las personas electrohipersensibles.

Viviendas que curan
En España, un promotor catalán que sufrió fatiga crónica proyecta una urbanización en Solsona siguiendo los criterios de bioconstrucción.

Dentro de un año, quizás dos, cuando las empresas promotoras se hayan resituado, se verá que la bioconstrucción, es decir, construir con la máxima eficiencia y eliminando factores de riesgo que minimicen las patologías, es el futuro», asegura Josep Pujol. Hace nueve años a este promotor le diagnosticaron fatiga crónica. Logró superar la enfermedad «cambiando pequeñas cosas que me rodeaban», dice. Desde la pintura de su casa hasta la orientación de la cama, por ejemplo. Y ahora tiene a punto el proyecto de una urbanización sostenible desde todos los puntos de vista. Incluso el económico.

Pujol siempre ha sido un hombre activo, miembro de varias asociaciones culturales de Solsona, amante del golf y, hasta hace tres años, compatibilizaba su trabajo en una fábrica de conglomerados de melanina con la de promotor. Sin embargo, un día comenzó a sentirse extremadamente cansado. Le dolía todo el cuerpo. El médico de cabecera le envió al hospital de Manresa. «Tuve suerte porque los médicos me entendieron», dice. Sin embargo, cuando parecía que recuperaba la salud, en mayo del 2001 volvió a recaer. Tras pasar por la unidad de medicina ambiental del hospital Clínic, contactó con un domoterapeuta Carlos Requejo. «Hizo un estudio de mi casa y, tras adaptarla a parámetros más naturales, en el 2005 comencé a recuperarme».

Ahora ha abordado el diseño de la urbanización de Cal Dot (33 parcelas de 500 metros cuadrados) considerando los parámetros bioclimáticos y de bioconstrucción, plenamente saludables. Tal como se hizo hace algo más de diez años en la Vall d´Uxó (Valencia), donde se construyó el primer barrio (23 viviendas unifamiliares) ecológico de España. En Solsona también se han tenido en cuenta los parámetros económicos para que el coste de cada casa (unos 200.000 euros) sea lo más ajustado posible. El diseño y acabados se adaptarán a las necesidades de cada propietario. Tras realizar el estudio del terreno, se valoró la orientación geomagnética de las viviendas, se han realizado estudios de aislamiento energético y también se han buscado soluciones bioclimáticas más clásicas como galerías o claraboyas, además de usar los materiales propios de la bioconstrucción. LV – Tendencias.

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